Visita a Shanghaiguan

Me he dado cuenta de que poco a poco, he ido abandonando esto de el blog, pero bueno, no quiero que sea así, porque, aunque sé que no mucho, algo si que queréis que os tenga informad@s de mi extraña vida, en este extraño país, con esta extraña gente, y como no, sus extrañas costumbres.


Hoy os voy a hablar del viaje que realicé el fin de semana pasado, pero como soy un vago, y además me pareció más interesante para contar mi presentación del proyecto y esas cosas, lo he dejado hasta ahora. El viaje es a dos ciudades cerca de Beijing.

Un desayuno con mucho ritmo

Cuando digo cerca, me refiero a unas seis horas de tren. Si, como irte de Galicia a Madrid, pero aquí las distancias son inmensas. De todas maneras, somos un poco lo peor, porque parece ser que hay un tren que tarda menos, unas tres horas y media, pero por ahorrarnos 40 yuanes, si, unos 4 euros, decidimos coger el otro. A ver, también fue porque en el que fuimos era un regional, y nos dejaba directamente en el sitio, en vez de en la ciudad grande, donde tendríamos que haber cogido un bus u otro medio de transporte, y la verdad, es que lo del autobús, ya quedé asqueado.

Shanghaiguan de noche

Lo dicho, que hoy toca hablaros de Shanghaiguan. Pero antes, mejor de lo que nos pasó realmente, pues salimos de Beijing un sábado. Como no, el viernes anterior nos fuimos a tomar algo y hablar de si nos íbamos de viaje o no. Tras un número no muy alto de cervezas, decidimos ir a estas ciudades cerca de Beijing, así que quedamos en Beihang a eso de las 9. Como la gente es poco puntual, sólo estábamos allí a esa hora Anna, Fernando y yo. Los españoles, gente responsable, como bien sabéis. Así que allá nos fuimos los tres a comprar los billetes nosotros tres, con nuestro dominio de Chino. Resultó que teníamos un tren a las 11.50, así que decidimos comprar para ése. De todas maneras, el chino que nos vendía los tickets intentaba decirnos algo, pero tampoco le hicimos mucho caso. Así que adivinad lo que nos quería decir, que en el tren no quedaban plazas para sentarse, y las seis horas de tren había que ir de pie. Si, somos muy afortunados. 

Foto pre-viaje, sabiendo lo de las 6 horas de pie

Como la suerte siempre está de parte de los extranjeros, resultó, que pagando 30 yuanes más en el vagón restaurante, tenías comida, y además te daba derecho a ir sentado todo el camino, así que no nos lo pensamos ni un momento, pues no os podéis imaginar lo lleno que iba el tren. Si es que son muchos, y les encanta apelotonarse! Entre unas cosas y otras, llegamos a las seis de la tarde, así que ya estaba anocheciendo. Nos fuimos a buscar hotel, y tras mucho negociar por varios motivos. El precio, y sobre todo, porque Alex, Anastasia y Jeff estaban sin pasaporte, y en China tienes obligación de registrarte con el pasaporte, pero como no tenían gente, pudimos dormir en un hotel que no estaba mal por unos 50 yuanes. Nos metimos los 6 en una habitación de 3, y bueno, algo apretados no hubo problema. 

Mmmmm...gusanos de seda!

Nos fuimos a cenar a un restaurante de la zona, y bueno, como podéis ver, pude comer gusanos. Si, gusanos. Cuando pensabais que lo peor podía ser el perro, os equivocabais. Lo que al final no me atreví a comer son los gusanos esos gigantes que podeis ver en la foto de los distintos mariscos. Lo siento, aún no estoy preparado. Si, digo aún porque no lo descarto!

Buena pinta este marisco, con sus buenos gusanos!

Como en la ciudad tampoco había nada que hacer por la noche. No había ni un KTV para ir a cantar. Así que nos fuimos al hotel con unas botellitas de baijiu, un licor chino que es como el orujo, pero no tan bueno, obviamente. Así que, al final, la noche se animó en nuestra habitación. 

Fiesta nocturna

Con esto termino por hoy. Un saludo desde China.
Agustín
2010.04.18