21 de abril de 2010

Beidaihe

Tras la noche dura de juegos, bebida y descontrol, nos tocó despertarnos a una hora razonable para hacer el mayor número de cosas posibles en el poco más de día y medio que nos quedaba, ya que entre unas cosas y otras, el día anterior lo habíamos perdido entre el viaje, cenar y dar vueltas buscando hoteles.









Como sabíamos, gracias a la Lonely Planet, que había un par de cosas que ver en Shanghaiguan, nos pusimos a andar a eso de las 10 de la mañana, ya, no es muy temprano, pero es difícil mover a tanta gente, y más si entre esta gente hay rus@s. Lo primero que visitamos fue una parte de la muralla que llega hasta el mar. En vez de ir por la muralla en si, que nos cobraban no sé cuanto, fuimos todo por la playa viendo el paisaje.


Esta parte de la muralla no fue suficiente para nosotros, así que nos fuimos a otra. Si, estáis leyendo bien, hay otra parte visitable de la muralla en Shanghaiguan, así que, allá nos fuimos. Recogimos todo del hotel, cogimos un par de taxis, y nos pusimos en camino. Ya os he comentado en anteriores entradas del blog, que a mi lo de la muralla, no es algo que me encante, y esta vez, no fue distinto. Ninguna de las dos partes que visitamos en la ciudad me sorprendieron. Sólo mucha piedra. Aunque he de decir, que esta segunda parte que vimos merece bastante la pena.



Y ya, con las dos partes de la muralla visitadas, sólo nos quedaba una especie de museo, pero llegamos hacia las 5 y media de la tarde, y a las 5 había cerrado, así que nos conformamos con la foto del exterior, y dar unas vueltas por el lugar, ya que aún era de día, y el día anterior no habíamos podido ver nada.


Con Shanghaiguan visitado, pusimos rumbo a Beidaihe. Ya lo sé, cada vez los nombres son más raros. Nos tiramos una horita en buses para llegar. El primero, media hora hasta Qinhuandao, y el segundo, desde allí hasta Beidaihe. La llegada fue más de lo mismo, buscar un hotel en el que no nos pidieran pasaporte a todos...



Otra vez más, era tarde cuando llegamos, así que además de encontrarme con una amiga de Beijing, nos fuimos a cenar todos juntos, dar una vuelta por si había algo de ambiente, que obviamente no lo había, y comprar cantidades industriales de baijiu para la noche.



Del día siguiente ya no hay nada que contar, pues nos levantamos a las mil, porque la noche había sido bastante dura. Comimos en un puesto de calle de mala muerte, y nos dimos una vuelta por la playa. Si, bastante repetitivo el viaje. Dos de muralla, dos de playa, dos de buscar hoteles sin pasaportes, dos de baijiu...



En fin, que hasta aquí llega por hoy.
Un saludo, Agustín.
2010.04.21

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