Pues tras la noche de KTV movidita del día anterior, no tuvimos ningún problema en levantarnos y ponernos en marcha de nuevo por los parajes que el sur de China nos ofrecía. Hoy tocaba irnos hasta Rongjiang. Otra vez, nos tocó carreteras de la muerte, en las que para volver a recorrer 100 KM, esta vez otras 5 horas metidos, con barrancos, animales en medio de las carreteras, obras, maniobras de locura, etc.
Cuando por fin conseguimos llegar sanos y salvos, nos pusimos a buscar algún hotel dónde dormir y poder dejar nuestras maletas. Si, como lo oís, hotel! Lo hicimos porque no había hostel, y el hotel nos salió a 18 yuanes por cabeza. Nos costó bastante encontrarlo, pues resulta que en China, hay algunos hoteles, y en sitios pequeños como estos, bastantes, que no permiten que extranjeros duerman en él. Es por ley. Cuando preguntamos porqué pasaba esto, resultó que era, que los hoteles malos, no les dan licencia para acoger extranjeros y que no se lleven mala impresión del país, aunque, podrían dedicarse a limpiar más las calles, o otro tipo de cosas para que no nos llevásemos esa mala imagen de la que hablan.
El caso, que encontramos dónde dormir, y desde Rongjian cogimos un...no sé como llamarlo, un vehículo con 3 ruedas para que nos llevase hasta Chejiang, dónde había una pagoda y alguna cosa bonita que ver. Si es que lo de los viajes está siendo nuestra perdición. En este caso el camino era penoso, y el coche/moto tampoco daba mucho de si. Además no era sólo para nosotros, ya que se dedicaba a regocer a cualquiera que le pagase los 3 yuan del viaje. A la vuelta eramos unos 9 o así, y nosotros en medio de los chinos, dando el cante, para variar.
En Chejiang, pues la pagoda, sin más, nada muy especial, y el edificio ese extraño que estaba en la parte superior de la montaña tampoco nada, pues está aún sin acabar. Pero bueno, estuvo bien. Nos hicimos alguna foto bonita, como la de la barca, la de un coche de esos de tres ruedas que nos encontramos, y también con el edificio. Vamos, que no perdimos el tiempo.
Después de esto, volvimos a Rongjiang. Cenamos algo, hot pot otra vez, y tras la buena experiencia del KTV de la noche anterior, nos fuimos en busca de otro con sala común. Y no veais que suerte. Fue de película. Allí si que parecía que no habían visto occidentales en la vida. Cantamos un poco, y el dueño del local nos empezó a invitar de todo. Que si cerveza para aquí, que si comida para allá. Además se puso a llamar a los amigos para que nos viesen. Ya veis, como los animales de un circo. No obstante, como allí eramos los reyes del mambo, pues nos dejábamos llevar.
Al final, nos dieron las mil, y más contento de lo que teníamos pensado en un principio, nos volvimos para el hotel a dormir, que otro día nos venía por delante. Nada más que añadir. Como la mayoría del día nos lo tiramos en el bus, no hay nada más interesante que relataros. Por último, la mejor foto del viaje, en un vehículo de 3 ruedas que nos encontramos por ahí...
Un saludo, Agustín.
2010.02.13
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